LA ALTERIDAD
Toda sociedad se ordena a partir a partir de unos rasgos que entendemos como valorados y otros que se entienden como indeseables. Alteridad son todas las diferencias observadas como ajenas, no propias.
Las sociedades siempre han establecido mecanismos para definir lo que consideran apropiado como norma social mayoritaria. Las conductas diferentes son calificadas como antinaturales pero depende de quien o de donde provengan pueden generar rechazo o estar bien valoradas y admiradas. Por ejemplo, si la alteridad viene por parte de un grupo social de economía elevada, con estatus social alto y grandes éxitos laborales y personales, seguramente no despierte rechazo, mas bien todo lo contrario, despertará admiración.
Las actitudes de rechazo pueden generar estigmas y pueden provocar el aislamiento social incluso en instituciones. Esto es conocido como la naturalización de la exclusión.
La institucionalización crea circuitos específicos para tratar la alteridad sin rechazarla pero apartándola del medio social. Esto acaba convirtiéndose en mecanismos cerrados que no favorecen el proceso de inserción. Además, pueden crear dependencia hacia las instituciones y recursos.
Por la parte contraria encontramos las actitudes de acogida, que es aquella que facilita la integración. Una sociedad inclusiva debe saber ofrecer oportunidades a los diferentes colectivos aceptando su diversidad.
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